(A Rosa)
El amor que no dejó de ser anhelo para ser destino es una maroma que hoy corto,
porque tengo que soltarte. Te saco de mi bolsillo y te arrojo al mar de los
recuerdos. Huracanes y mareas pulirán esta piedra de sentimientos desmedrados.
No importa lo lejos que te han de llevar las olas ni lo procelosas
que sean las aguas de la memoria. El tiempo tendrá un sólo efecto: mejorará cada
faceta tuya.
Este lanzador no teme perderte. Tropezaré con tu brillo al
final de mi paseo. Miraré dentro de ti y veré el resultado de mi amor, que no
será, en el ser perfecto que has sido.
Sé que te hallaré y con tu
recuerdo me harás sonreír de nuevo. Sabré, al fin, cuán feliz habría
sido habiéndote amado.